Mis Padres Ramón e Irma.




Mi Padres



Siempre escuché decir Chin el de la Imprenta. Y Mima la de la Farmacia. En mi adolescencia me enorgullecía decir soy Valentín Torres Guerra Pérez. Sin saber cuántos apellidos más corrían en mis venas.Mí ADN iba más allá.Es curioso nunca tuve idea cómo fueron en su juventud. Hasta que un buen día llegó una carta de mi Tía (Goyi) Gregoria Torres Pérez con unos retratos de ellos jovencitos solo entonces comprendí muchas anécdotas pasadas. Sólo contaba con un retrato de bodas. Pero eso eventos los desconocía y confieso que los disfruté plenitud. Y esa tía me dio uno de los regalos más atesorados en mi corazón. En ese año.
Ramón Valentín Guerra


Nació un  16 de enero de 1935. Fue el hijo tercer  y único varón con cuatro hermanas. Fue hijo de Juan Santos Valentín Montalvo y Matilde Guerra Torres. Lleno de sueños.
Un joven lleno de talentos emprendió su primer trabajo como ayudante de tipografía en la Imprenta de la Calle Esperanza. Fue un Artista y técnico del manejo y selección de tipos para crear trabajos de impresión de su época.
Como muchos jóvenes Papi viajo a insistencias de su padre a Estados Unidos el 5 de octubre de 1951 en la línea Pan American  World  Airways, Inc alojándose en el Hotel Liberty.

Como muchos boricuas en busca de trabajo. Pero regresó.  Recuerdo cuándo tuvo su primera máquina de imprimir que EL le llamaba (La Prensa)


en los bajos de la casa del abuelo Juan. En la Calle Tanca #16 en el pueblo de San Sebastián, Puerto Rico.  En verdad no se como podía trabajar en  un espacio reducido. Tal vez la fortaleza de los años mosos. La Prensa era muy particular porque era un modelo adelantado de  Gutenberg del año 1500.
Pero lo más profundo de su labor era llevar esos caracteres de tipos móviles diminutos de metal fundido de forma de prisma. Creadas de una aleación llamada «tipográfica» (plomo, antimonio y estaño). Cada una de estas piezas contiene un carácter o símbolo en relieve e invertido especularmente para cuándo se imprimiera quedará al derecho. Algunos tipos fijos terminaban en raso si letra para producir el espaciado.


Mi Papito trabajaba con el  tipómetro es una regla graduada donde por un lado aparecen los cíceros o puntos y por otro lado los centímetro y milímetros.   La cual guiaba el contexto a escribirse. Por otro lado esa composición la iba uniendo a otras frases en el encuadre de madera. Y se podían adaptar en la prensa por medio de una caja llamada tipográfica que se adjuntas con unos fijos. Para justificar o alinear un texto con significado y el espaciado adecuado a la manera de acomodar las líneas en la caja de madera para conformar columnas de frases.  Él  era meticuloso en su labor. El montaje para hacer cualquier impresión tenía que tener una habilidad única. Cada tipo de letra estaba meticulosamente acomodadas en unos cajones divididos en cuadros de una pulgada cúbica. Lo que hoy conocemos como (Font, letras, caracteres) en los diferentes programas. Él tuvo abecedario palpables de los cinco tipos de letra de la época todo el  de muchas  por grupos individuales en mayúsculas y minúsculas.
Por otro lado lo que conocemos hoy día como (Clip Art) o Logos el los tenía que tallar diminutos. La imaginación e inventiva corría en las venas. Con ese magistral movimiento tallaba cada pieza. Tomaba mucho tiempo grabar en la madera cada detalle e ilustración. Pero eso era una labor que tomaba ciertas tardes dominicales. Donde reinaba la paz y una que otra música de su radio preferido. Pero esto no es una clase de tipografía. Así sucesivamente  prospera y alquila un local al lado del Laundry de Neco. En la Calle Andrés Velázquez, allí pasé momentos únicos. Recuerdo esa puerta donde a lo lejos se veía los carros públicos que recorrían por el Barrio Aibonito, Hoyamala, Guajataca. Allí en aquél local observé la cotineidad de la vida de un pueblo.



En aquel local me dice mi primo (Willy) Wilfredo Pérez Valentín fue su primera experiencia de trabajo.
Luego por los altos costos arrendatarios mudo su imprenta en los bajos de la casita en el barrio Hoyamala. Aquella que un tiempo estuvo en el color natural de la madera y luego la vi de amarillo claro. Esa es otra historia que contaré. Este nuevo lugar de trabajó era uno particular pues era un taller de trabajó y a la vez tenía una esquina para sus momentos de ocio. Cómo niña no puedo describirlo más. Recuerdo que siempre llevaba una camiseta blanca de algodón,  no cualquiera una pulcra lúcida indicativo de un impresor de altura. En una época dónde el campo nos afectó con el asma condición que nos abrumó a mi hermana y a mí . Aún recuerdo cuándo el alergista le dijo a mi madre. En su casa debe de haber un árbol que esas niñas no toleran. Es ahí que juntos se dan a la tarea de la búsqueda de un nuevo hogar. Y en el debatir encontraron la propiedad ideal para ellos una casa de dos pisos. Dónde el tendría su imprenta y los altos sería nuestro hogar. Y él le llamó Imprenta Maryenid. En honor al nombre de sus dos hijas. Recuerdo cuándo instaló su primer escritorio.

Vista de la Calle para 1930



Y sus dos inmensas máquinas. (Las Prensas). Su ruido iniciaba a la siete de la mañana. Clap Cataplac plac plac. Comenzaba por colocar la pintura en la primera placa mientras un rolo le pasaba por encima para diseminar la por la superficie. Luego de realizar lo que podríamos llamar encuadre de un contexto terminado lo colocaba en la prensa fijo en la placa posterior. Al unirse la placa de encuadre y la placa de pintura el depositaba hoja por hoja con una habilidad única en aquel dispensador. Sin horario de terminación. En un momento de la vida familiar a la única que dejaba entrar era a mí. Y yo viví lo que es laborar en un negocio de esa envergadura. Yo tenía que guiar la guagua. Y ayudar a compaginar las libretas. Ver como con la guillotina partía paquetes de resmas de papel. Hacer la pega sí,  hacerla. Era unas piedras de color topacio sin brillantes que no recuerdo su nombre. Un polímero natural para hacer un pegamento acuoso que se importaban de República Dominicana. Que en esa época se vendía por libra. Se dejaba en agua para ir removiendo poco a poco para componer aquella mezcolanza y lograr la consistencia adecuada.  Para crear el pegamento que serviría de consistencia en el lomo de cada  libreta confeccionada. La más solicitadas eran las libretas de garaje, recetarios de médicos y libretas de recibo de Comerciantes. Una  libreta de esas era particular llevaba tres colores de hoja de papel Blanco, amarillo, rosado con enumeración. Se imaginan tres pilas de cada uno para compaginar tarea que me encomendaban  frecuentemente. No podía esquivarse la numeración. Una pieza adicional en la primera placa de la maqueta los números cambiaban en cada impresión. Y ahí compensaba el proceso al centro se iban apilando primero rosa,  segundo amarillo, tercero  blanco. Está última decía ser la primera ya que era el recibo del cliente. Cuándo lograba el componente de una libreta las ibas colocando cada paquete en forma transversal con la constancia de que no perdiera el trabajo realizado. Cada libreta debía llevar una hoja de papel grueso que hoy en día se llaman 20 libras de portada y una gruesa (cartón gris) en la parte posterior.  Al principio de lo  esto se le colocaba en reversa un corte de tape con un pegamento sin activar luego se colocaba un pedazo del mismo material de la parte posterior de cartón del tamaño de 4 pulgadas por media de ancho grababan. Luego de activaba el tape con una esponja con agua y se vería hacia atrás.  Tipos de libretas que desaparecieron con el correr del tiempo. El imprimía las cintas para hacer capias ya inexistentes.

Nunca faltó el fiao y el “mañana te las pago" mañana que nunca volvió a visitarlo.
 Era un recordatorio de bodas, bautismos o quinceañeros.  Papi era bien curioso en esa época hacia gofio, y arroz frito  en mantequilla que algunos explotaban como el pop corn de hoy día. Los domingos eran de hacer polvo de ángel con coco rayado. Y de abrazos a millón.

Papito se me fue muy rápido a la edad de 48 años a las 10:00 de la mañana del día 9 de agosto de 1983. CHF HCUD Pum Edema fue su diagnóstico. Se le realizó una autopsia por un patólogo. Su sepelio fue el 12 de agosto de 1983, y sus restos descansan en el Cementerio Nuevo del Pueblo de San Sebastián, Puerto Rico.

Irma Torres Pérez



1938-1984
No se si esta persona esta en el recuerdo de alguien como la tengo yo. Era tan vivas humilde, luchadora, caritativa, hogareña, sabia y creyente de un Dios vivo. Fue muchos años de la religión  Católica, luego cuándo surgió el movimiento de los Carismáticos continuó en ellos. Hasta que pasó a formar parte de la Iglesia Presbiteriana en San Sebastián, Puerto Rico. Fue la menor de ocho hermanos. Nació allá para él 12 de octubre de 1938 fue inscrita en Camuy, Puerto Rico. Sus primeros años los vivió en Barrio Cibao, y Piletas Soller, Puerto Rico.


En una época dónde Puerto Rico y en especial en mi pueblo San Sebastián  se comenzaba a desarrollar industrialmente.

Fueron sus padres Don Claudio Torres González y Doña Dominica Pérez Pérez .

Exaltaba las prendas de vestir con unas costuras inigualables, tejía hermosos atuendos, bordaba la ropa del hogar.
Ella decia "Yo soy modista de medida.  "Las de ahora aprenden corte y confección" Decía hay pobresitas no saben nada  "No se puede perder estos conocimientos", "Se perdió la elegancia" Seda italiana, terciopelo francés, colderoi alemán, casimir inglés, estopilla, mundillo, bordado calado"... Era inigualable su talento.
Su cocina era todo un concierto para alimentar a su familia. Siempre a la expectativa de cuidar a sus hijas. Nos dio lo mejor que pudo. "ya que no había un libro de instrucciones".  Como ella sabiamente verbalizaba cada vez que la vida no tenía respuestas.
Mi abuelo Talo siempre me dijo que la quería mucho. Me contó una vez que la quiso con pena porque era enfermita y débilucha. Un cuento allá en el balcón de la casa grande. Qué cuando pequeña tendría unos cuatro años, en Cibao, Soller cayó en un pozo séptico enfermo.

Ella siempre me contaba cosas.


Como de madre a hija sabio secretos de mujer.

Una experiencia que no pude tener con nadie luego de su partida. Aunque no recuerdo que me hablará  mucho de su infancia, si recuerdo de sus cuentos de su adolescencia. Me decía que todas las hermanas tenían que hacer todos los quehaceres del hogar. Aunque en la casa trabajaba una planchadora. Los domingos iban de paseo a casa de sus familiares. También iban  a la Plaza Pública ubicada el centro del pueblo.




Con sus trajes de can-can. Andar y dar vueltitas en círculos mientras los jóvenes las observaban parados en las barandillas de la plaza. En sus años mozos era difícil hablar con algún muchacho.

Ellas podían pasear pero no podían hablar con ningún joven.


Luego conoció a mi padre que por las fotos que conservo fue un hermoso noviazgo. Mi padre se atrevió  pedir la mano al abuelo. Este fue todo un acontecimiento.

Hubo un corre-corre de arriba abajo en la casa. A mi tía Gloria de dio tanto dolor de estómago que pasó la noche en el servicio sanitario. Es cuando luego se casó con mi padre.

Fueron a vivir a una casita en Tablastilla detrás del colmado que hacía esquina. Fue un acontecimiento. Porque en su primera noche de bodas se rompió un plato que los asustó. Mi hermana conservó hasta sus últimos años de vida un plato de su primera vajilla. Por otro lado un juego de Te Chino que nunca se usó. Su primera niña nació sin vida. Me dijo que llevaba mi nombre que le surgieron unas fiebres altas y la bebe en su interior dejo de moverse. Más tarde para el para el año 2017, me entero que esa niña descanza junto a mi bisabuelo Domingo Nicomedes Guerra en el (Monumento Histórico) Antiguo Cementerio Munincipal San Sebastián, Puerto Rico. Cuando quedó embarazada de mí hermana su parto fue atendido por el Dr. Rivera Pratts y llegaron médicos de la capitál para observarlo. Fue una cesarea sin anestesia. ¡Oh!, como sufrió mi mamá.  Pasar por la escuela superior embarazada en aquella época era mal visto me dijo que la directora no la veía con buenos ojos, es ahí que se empeño en sus estudios y fue el promedio más alto.

 La aceptan en  Universidad de Puerto Rico pero papi no la dejo a estudiar. Por años guardé esa carta de aceptación. Ella quería superarse.  Trabajo de dependiente comenzó en la Farmacia de mí padrino Geraldo Cebollero.

Luego se dio a la tarea de estudiar en de noche el Título de Auxiliar de Farmacia en la Escuela Superior  Vocacional en el pueblo de Mayagüez. Fueron tiempos bien difíciles para ella estudió Química Orgánica,  Farmacognosia ,  Física entre otras. Su cara de felicidad cada vez que traía un 100,  99 o un 98 no quería baja sus calificaciones nunca. Solo llevaba un peseta que debes en cuando le daba mí padre. Recuerdo que sus compañeros de estudio fueron Cristino, Kiko Rosado, Edia, Elsa.  Siendo el Promedio más alto del año 1973 que había tenido la Junta de Farmacia.

Mientras por el día  trabajó de encargada en la Farmacia Providencia Allí trabajo con Felicidad, Carmen, Edia, Joaquín (Kaquina), Fey.   Luego la vi trabajar en la Farmacia Central con Ily. La vi ser Supervisora en la Farmacia del Centro Hospitalario del Pueblo. Allí recuerdo a Don Ito, Don Perfecto,  Filo, Pilar, Jacinta, Eva.

Mami como dije anteriormente era dinámica y dispuesta abuelo le vende un cuarto del terreno y allí construye lo que todos llamamos la casita. Una de madera de techo zinc cuatro aguas con el pasar de los meses la pintó de amarillo claro y verde. Tenía dos cuartos y una sala comedor y cocina y un baño. Aún recuerdo a carcajadas una rendija en el piso. El baño construido en cemento emparejaba con la madera. Siendo niña aún me daba pavor la oscuridad. De adultas mi hermana y yo hacíamos chistes de aquella  hendidura. Dos o tres centavos y juguetitos se fueron por allí. Me acuerdo muy bien las veces que la acompañe a abonar a la cuenta de materiales a la Ferretería de Sagardía. Cuando crecía la yerba la  cortaba a machetazo. De ella aprendí que a veces las mujeres si queremos la luna las tenemos que bajar solita. No se en que momento compraron los muebles seccionales de tres piezas color mostaza con una butaca roja de la época de los años 1970. Hay si sí  la barrita que se utilizaba para guardar la compra.  En esa época salió a la venta el cereal de la Pantera Rosa., el Quick de fresa, la malteada chiqui cheik. Y vi como otro productos desaparecían y otros llegaban al mercado local. El cuarto que compartía con mí hermana era único tenía camas gemelas. Un gavetero a la pared frente a las camas. La pared tenía tres grandes tablillas donde colocábamos nuestras preciadas muñecas. Mamá era única hacia las colchas de las camas con una nueva tela que surgió llamada poliéster y nada menos y nada más que  psicodélicas Ella decía puro lenguaje de pueblo que la tela no tenía muerte. Combinadas con los (valance) de las ventanas y  la cortina que dividía nuestro cuarto al de mis padres. Recuerdo la radio la de baterías y las alcancías de niño de maninero, el cuadro y  que hicimos de payaso de felpa que me los regalo mí  madrina Isabelita Cebollero. Esas navidades con el arbolito de navidad plateado con guirnaldas de florecitas. Su cuarto clásico juego de cuarto color nogal con líneas color vino de esas de cabecera.  Su chinero tenía una puerta de cristal que aún  conservó la clásica llave. Recuerdo la percha  que evoluciono al tipo americano de los son los closet.  Esa cortina de flores grandes de colores vivos que bailaba con la brisa que entraba por el ventanal. Ella trabajaba sin parar recuerdo el sonido de la olla de presión,  máquina de coser o de la lavadora era todo un concierto sabía que ella estaba allí. Si la recuerdo me gustaba podría olerla toda era una fragancia sin igual. Era toda amorosa. En una época le gustaba lucir unos moños altos tenía el pelo marrón largo que se lo recogía un alto en la nuca.

Le gustaba tener unas largas uñas la moda era puntiagudas con una media luna blanca y su esmalte rojo o fucha. Eran los únicos tres colores que en aquella época existía de la marca Cutex. En ocasiones  las pintada de blanco y se hacía puntitos con un cabeza de alfiler. Le gustaba lucir  linda. Si era fin de semana se hacía rolo en su cabello. Que precisión en una carretera de rollos desde la frente hacia atrás llegando al cuello, los de lados prensados con horquillas  los arreglaba el uno al otro era una horquilla o sujetadores negros y las agarraba un al otro era un ritual que sólo ella tenía la habilidad de hacer. Recuerdo que me gustaba de una tasa de café y sus cigarrillos marca  Lark  habito que no dejó.

Todo lo que recuerdo es su creatividad única. Por qué tejía, bordaba, pintaba, decoraba todas las  prendas del hogar. Cosía ropa, cortinas, colchas y hasta la ropa de las muñecas Barbie. Fue asidua amante de las flores que bello era su jardín. Las petunias, Claveles Carnation, Cruz de Marta, Corona de Cristo, Trinitarias, Lluvia de Coral, en la Cola de Gato entre otras. El Volky era su carrito favorito tuvo varios. Era atrevida uno lo lleno con pegatinas de flores psicodélicas. Ella daba tantos viajes al pueblo a llevar las fiambreras con almuerzo a papi, su padre y hermanos que en ocasiones  reclamaba  parezco el carrito del gas. Con una sonrisa única.
Volvemos donde papi adquirió la casa ideal para ellos.  En fin acabamos en el centro del pueblo nos mudamos un 20 de enero de 1973. El último día de la fiestas patronales que celebraba la Iglesia Católica. Papi hizo hasta una placa de cemento con la fecha de la mudanza.  Estuvo mucho tiempo en una pared de la cocina. Transcurrió nuestra vida en Familia. La vi  hacer cortinas de chifón el balance dorado con patrones de la época,  trajes largos para nuestras fiestas de del Club Cascabeles, del Club Rotario Rotarax.  Sabía tejer macramé aún recuerdo la canasta colgante color roja que iba del techo hasta casi el suelo con tres aberturas que intercalaba tiestos con flores toda hermosa. Hizo muchos vestidos tejidos, no cosía ropa con la moda de la época. Ella era muy orgullosa de mi hermana la mamá mucho y ella le decía la rubia peligrosa la verdad que mi hermana era hermosa inteligente. Aunque a mí me decía que era del montón siempre me animo y me decía “me conformo con el saque c puedes hacerlo”.
Y si mamá lo logré.
Ella gustaba de todo estuviera impecable.  Gustaba limpiar con chorros de agua. Con la manguera verde toda la casa los sábados. Ya para cuando yo estaba en la escuela Superior la vi apagarse y apagarse y comenzaron sus achaques y ella misma se recetaba porque sabía de medicamentos y tenía dominio de control de cómo cuidarse.  Por su conocimiento me acuerdo cuando visitaba al doctor Ramírez Vicenty. Cuándo sus nervios de la espalda le fallaron. Le daban terribles calambres en las piernas. Y le baba masajes con el mas tierno amor. Su fiebres y no tenía grandes alicientes. Era una muñequita rota. Solo con su FE y la ilusión de nosotras dos luchaba y luchaba ante el desánimo de la competencia en la ciudad.  Solita luchó  su seguro social el cual le aprobaron rápido. Pero su condición era tal, que no le duró su corazón. Este comenzó a dar problemas. Sus últimos latidos se me le estaban apagando aquel día en que la vi tambalearse y decía estoy bien. La llevamos al Hospital Bella Vista. Ese día le dejé la Biblia y le dije como muchas conversaciones que habíamos tenido. Si cambias de vida sigue la luz. Era un médico Joven. Ella se quejaba mucho del dolor de espalda pero él no se percató de su baja presión. Y le inyectó morfina. Superó tres edemas pulmonares. Mientras yo leía la Biblia apareció un pasaje bíblico que jamás encontré. Leí esto: tu padre murió tu madre morirá más no por eso te ensañaras con Dios Él es Grande y Poderoso. Tú te casarás y grande será  tu prole. El próximo no lo superó. Y en ese preciso instante entró un médico a darnos la noticia. Falleció a las 2:00 p.m. el día 15 de abril de 1984, accute pulmonari edema,  un infarto al miocardio. Una trombosis coronaria. Dice el documento que le hizo autoparty, pathology. Un Beso hasta tu morada celestial,  no veremos pronto, Madre.







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